Número 2, diciembre 2008

El historiador y arquitecto Rafael Ortíz cuenta qué había por los lares del Parque del Periodista hace tiempo y cómo nos ganamos ese triangulito en el centro gracias a un guanábano
 

Tres chumbimbos, muchos húngaros y un cubano
Byron White
 
 
 

“Entre 1935 y 1940, aproximadamente, se cambiaron las redes de alcantarillado y en 1952-53 hubo una rectificación de la calle el Chumbimbo Número Tres que más tarde le cuento”, así empieza Rafael Ortiz recordando las principales transformaciones del sector.

¿Y cómo así que Chumbimbo Tres? ¿Había Chumbimbo Uno y Chumbimbo Dos? Y arranca Ortiz y yo lo dejo: El Uno quedaba en la Plaza Caicedo, al frente de lo que es hoy el Centro Comercial Villanueva, a un costado de la Catedral. El Dos estaba en Maracaibo con la Oriental y el Palo.

Girardot era un camino: el límite que unía a Barbacoas con la Asomadera y con la salida a Loreto, por Girardot crucero con la Playa, y así se empiezan a vender lotes. Veamos este mapa del 1935-40:

1. De un señor Acosta que puso un negocio con el nombre El Guanábano; un establecimiento sui generis: café, tienda y carnicería.

2. Casa de las Acevedo. La más joven tenía ochenta y pico de años, y por mucho tiempo se llamó Los Chivos porque esos animales se asomaban por las ventanas.

3. Allí se crió Hernando Escobar: pintor y humanista que hablaba inglés, francés e italiano. Cuando la demolieron me dolió mucho porque fuimos muy buenos amigos. A su entrada tenía murales.

4. En ese local triangular había una carpintería, al pie de la puerta se estacionaba un zapatero y en toda la punta quedaba la bomba de gasolina de Rafael Arroyave, célebre porque allí se fundó el primer sindicatos de chóferes, se fraguó su primera huelga (1940-1942) y así surgió Coopebombas.

5. Casa de doña Sara Jaramillo, casada con Manuel Botero; la casa era de ella. Por Girardot tenía una ventana, en la parte superior posaban dos loros y en la inferior ponían a orear tres galones con encurtido que, inevitablemente, los loros aliñaban.

6. Casa de Luis López de Mesa, la fachada todavía se conserva.

7. Hoy está ahí la Academia de Historia; era la casa de las hermanas de Luis López de Mesa, y allí vivió él a su regreso de Bogotá, hasta su muerte. Fue donada a la Academia con el compromiso de conservar la alcoba, el estudio y la oficina.

8. El sitio que hoy ocupa la farmacia era del papá de J. Arturo Valencia, don Antonio. Ahí funcionaba una pulpería, atendida por él y su señora, y también se prestaba plata a interés. A J. Arturo se le atribuye el incendio de Rionegro cuando era Secretario de Gobierno Departamental

9. Casa de Rosa López de Hurtado. Doña Rosa construyó varias casa al lado izquierdo que heredaron los jesuítas cuando ella murió en 1937 y construyó otra casa más pequeña que se anexó a la Escuela de Bellas Artes.

10. Escuela de Bellas Artes (que da para otra conversada entera)

Bueno, ¿y qué pasó con todas esas construcciones?

Y entonces sigue Ortiz: En 1953 el Municipio resolvió tumbar esas casas, rectificando la vía para no tumbar un guanábano, y entonces la plazoleta quedó como zona verde.

Cuando ocurrió la masacre de Hungría, en 1956, los exiliados de Antioquia se reunieron y como homenaje a sus compatriotas le pidieron al Municipio de Medellín poner una placa en bronce de 70 por 50 centímetros. Así se hizo, pero se demoraron más en ponerla que los ladrones en robársela, y lo mismo sucedió en varias oportunidades. En un principio se creyó que se trataba de ladrones tentados por el bronce, y luego de una investigación que confirmó la teoría, resolvieron hacer la placa en piedra, pero, vea usted: también la destruyeron. Al fin se supo que los comunistas criollos, en tonto desaire, eran los vándalos. Entonces resolvieron hacerla en concreto y santo remedio.

Posteriormente, en 1958, el Círculo de Periodistas de Antioquia, liderado por Federico Montoya, le pidió al Concejo Municipal un sitio para levantar un monumento a Manuel del Socorro Rodríguez, a fin de celebrar el segundo centenario del hombre nacido en Camagüey, Cuba. El Concejo les concedió esa zona verde y le dio el nombre del Periodista.

Con los escasos recursos que consiguieron lograron que Justo Arosemena, escultor antioqueño nacido en Panamá y cónsul de ese país, hiciera un busto en yeso, material a todas luces débil e inadecuado para estar al aire libre. Aún así se hizo el monumento y la plazuela se convirtió, por esos días, en epicentro de las actividades cívicas y periodísticas.

En el 2003 se celebró el centenario de la fundación de la Academia Colombiana de Historia, y con motivo de la celebración se remodeló la plazuela, se restauró el busto, se rescató en una placa humilde a las víctimas de Hungría y se atravesó inexplicablemente el monumento a la memoria de los niños caídos en el barrio Villatina.

Después seguimos, le digo a Rafael Ortiz, y estén seguros de que seguiremos.UC

 
UC
 
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