Número 2, diciembre 2008

Poemas

 
 
 
Poema de Amor a su Medellín exultado
Por Gabriel Jaime Caro (Gajaka)

Estoy rodeado de tangos,
el estadio lleno, las fachas rojas y azules,
y verde y blanco, parecen felices.
Son las tres de la tarde de un domingo de suicidas (crucial conocido
por nuestros antepasados):
el arte de morir siempre seduce al lector.

Donde hay amor hay fuerza y asalto a posteriori; te dicen
con la mirada torva: después será hermanito.

Las ganas de parar el tiempo (de 3 a 6 de la tarde, de un domingo
Medallero).
Nos roe la fatalidad de una mala noticia de nuestros antípodas.
Sube el sol, el regalo para la cabeza.
“Nuestros estados sucesivos”.
Baja lo orgánico y letrinoso.

Las más bellas antioqueñas barroquisan una corte marcial.
Cualquiera se pega a sus ruedas. Cualquiera peca.
Mata por la peca.


1-1, ¿Quién ganará? Como siempre Nacional.
En las copas de los árboles, centelleando un fruto desencantado
de veranos ciegos.
Lapidario, 2-1, por un lado las fachas verdes y blancas ganadoras,
y por el otro extremo las fachas rojas y azules; que como mínimo
van a ver la novia después de los chorros (aguardienteros),

y a su mamá (la cucha que vive todavía): “No tema mijo, mañana se
le olvida en el frente de batalla”.

O sea los lunes de animal paupérrimo.
La mocita lava la camiseta, y la noche se fue en el turbión,
con tremendo aguacero polar.

Ahora manda la malignización celular.
“Medellín a solas contigo”
Soy un chiflado, pues creo cambiar el mundo con mis presencias,
mis críticas cochinas, cochinas, cochinas.
Y saco la lengua con placer; porqué con los orígenes se juega,
aunque el ser sea extranjero momificado.

Medellín se empieza a querer con la facha azul y roja, y
termina uno follando con el verde.

A Rocío Pineda, entre tanto imperativo categórico.

 
Un lugar para la fruta de la noche. El guanábano
El Fercho Cuartas

Le decían Muricata por sus amplias caderas, era pura fruta, una suave piel carnosa se extendía grácil por todo su cuerpo moreno. Guanábana del cielo, sus hojas simples y sus brillantes flores con todos los sexos se expanden por el parque de los designios y de las conquistas ebrias. Masasamba tropical de torta y licor, una nube envuelta en verde humo y suave epidermis de ciudad que no duerme. Mermelada o néctar, licor o simple corteza para aliviar el cáncer de la cotidianidad, la fruta viva habla, se desnuda y canta. Graviola, como se le dice en varias lenguas, lenguas que tocan el centro de la chirimoya mística, que degustan la carnosidad de sus glúteos gigantes. El color negro, lustroso y castaño de sus semillas entrelazadas con la blanca espuma de su sexo oscuro, salta y salta en continuas fuerzas, el arbusto erguido, la semilla presta, la fruta suave, el parque en fiesta. Así, las gentes pasan sienten el aroma, el perfume negro de la calle deslizada en cervezas y en el secreto humo de las palabras dichas y de las desdichas huidas por las ventanillas de los buses, por la farmacia azul o el pan de las esquinas. Librería de jugos, cantinas de azares, academia de historiadores del cigarro y las sandalias del artesano místico, del poeta loco, del vendedor de sueños y la vendedora de arroz tostado en sílabas disueltas en la noche. Muricata, la de las anchas caderas, es la guanábana del parque, sus flores son de todos los sexos y en cada beso queda la sed prendida de una mermelada tan blanca como los labios que se tocan con cal y harina diabla. *un beso, Muricata, guanábana de la noche.

*(Nota: Muricata, annon, chirimoya annon, masasamba, Graviola, son las palabras que le dan a la guanábana)

UC

UC

 
blog comments powered by Disqus
Ingresar