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     Número 36 - Julio de 2012


ANTIMATERIA
De Higgs y gravitones

ESO NOS PASA POR BOSONES

 

Vuelve a ser noticia el Bosón de Higgs ya no como una mera desviación estadística como pasó el año pasado, sino como un fenómeno real y medible, según observaciones de la Organización Europea para la Investigación Nuclear (Cern, por sus siglas en francés), cuyo colisionador de hadrones se encuentra doscientos metros bajo tierras de Suiza, Francia e Italia.

El Bosón de Higgs lo siguen presentado como el ladrillo que faltaba para completar el edificio teórico de la física de partículas, pero no hay tal. También nos falta por "observar" el gravitón, además de encontrar la ecuación simple y sencilla que permita meter en un mismo saco la compleja red de interacciones que determinan el comportamiento de partículas subatómicas como el bosón y el fermión, y el de objetos masivos como las estrellas y los planetas, en armoniosa mixtura con la teoría de la relatividad.

Interacciones que son posibles porque unos nanosegundos después del Big Bang, un tris antes de que el gravitón entrara y saliera de escena, hizo lo propio el Bosón de Higgs, cuya misión fundamental, antes de desaparecer sin dejar más rastro que un ininteligible campo de acción, fue conferir a las partículas elementales la capacidad de juntarse hasta conformar objetos constituidos básicamente por una inconmensurable cantidad de nada.

Andar en busca del Bosón de Higgs o del gravitón es a la vez un ejercicio de arqueología cuántica y de filosofía de la ciencia, un viaje al pasado más remoto, al origen. De tener menos números podría considerarse teología.

De ahí las apuestas que se cazaron en los noventa, cuando no existía la tecnología del Cern, cuando ni en sueños los científicos creían posible reproducir en condiciones de laboratorio el estallido que le dio comienzo y forma a este loco, complejo, fascinante, majestuoso Universo que hizo posible el sol y la luna y el homo sapiens, y el no menos loco amor y la gaya ciencia. UC