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Número 34 - Mayo de 2012     

Artículos
Cinco
Truman Capote

Guillermo Cardona
 Truman Capote
 William Faulkner
 Víctor Hugo
 Flannery O´Connor
 Marcel Proust
 

"Soy alcohólico, soy drogadicto, soy homosexual, soy un genio", decía Truman Capote, el irreverente y cáustico hijo de Nueva Orleans que le confesó a Marilyn Monroe, adorable criatura, que él lo que realmente quería ser en la vida era bailarín de tap. Es fácil imaginarlo en la habitación de su casa en Hamptons Beach, con gabinetes y repisas para guardar las innumerables y sólo a veces valiosas chucherías que compraba en sus viajes. Ahí, en esa cama, con su mesa de trabajo, con cientos de lápices afilados, lejos del bullicio de Nueva York y los hoteles y los estudios de cine y los talk shows de televisión, debió imaginarse y escribir y pulir y corregir los cientos de escritos que, a sangre fría, conforman una de las obras más vigorosas de la literatura estadounidense de la última mitad del siglo XX. Sus libros reúnen por igual cuentos, relatos, semblanzas y apuntes de viaje, llenos de inteligencia y buen humor, donde lo sórdido y lo trivial se suceden con naturalidad, a caballo de una prosa limpia y fresca. Creador del género de la no ficción, siguió confundido y confundiendo a todos por esa senda en la cual el lector nunca sabe distinguir entre la verdad y la invención. Fue además un buceador de nuevas formas de narrar sus historias, con diálogos sucesivos que dejan entrever un dominio total de la técnica del reportaje, la crónica y el cine, en las cuales el propio Truman Capote es en una inmensa mayoría de los casos, también protagonista y estrella del relato, pese a considerar bastante penosa la tarea de enfrentarse todos los días con una hoja en blanco, rebuscar algo entre las nubes y traerlo aquí abajo. En su obra, todo está por descifrar, porque el entronque final de la trama siembra el gusanillo de la duda. A lo mejor todo tiene una explicación más sencilla y tenebrosa, como al final de Féretros tallados a mano, cuando el hierático Bob Quinn explica las extrañas muertes de los diez integrantes de la comisión del río Azul, asegurando que fue la mano de Dios, "Su voluntad". UC

Truman Capote

 

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