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Número 13 - Junio de 2010   

Byron White
Ayacucho, la más larga


Con el arquitecto e historiador Rafael Ortiz,
hacemos de GPS por la tradicional calle 49,
más que requeteconocida como Ayacucho.

Ayacucho, la más larga, Universo Centro N°13
1. Allí estaban los primeros establecimientos de los Salesianos, las tres obras fundamentales de la congregación de San Juan Boston: el Instituto Pedro Justo Berrío, el caritativo dormitorio y la iglesia. Quienes buscaban el dormitorio, además de descanso recibían una pequeña colación y por la mañana, desayuno. En el Instituto se podía estudiar mecánica, tipografía, carpintería, cerrajería, y varios otros oficios.

2. La Universidad Autónoma Latinoamericana, más conocida como Unaula.

3. Arriba, hacia el oriente, en el cruce con Cundinamarca, funcionó durante mucho tiempo el almacén El Pescador, que no se restringía, pese a lo explícito de su nombre, a vender sólo artículos de pesca; comerciaba también con inventos novedosos para el hogar, como un resonador de microondas que alejaba toda clase de insectos, y hasta ratas, en un radio de 200 metros.

4. El célebre Palacio Nacional.

5. Café El Vesubio, fundado por don Pedro María Arango, magistrado del Tribunal Superior y frecuentado por otros magistrados, abogados y estudiantes que entre copa y copa criticaban los procesos que se hallaban en el Palacio de Justicia.

6. Edificio Pielroja, sede de la Compañía Colombiana de Tabaco. Posteriormente, en el local de la esquina, estuvo la Librería Nacional. Desde Ayacucho hasta la quebrada Santa Elena, a principios del siglo XX, los que no eran locales comerciales eran bufetes de abogado.

7. Toda esta manzana, a finales del siglo XIX y principios del XX, fue Alcaldía Municipal, Cárcel de Varones y Cuartel de Policía. Quizás fue la cárcel con población más ilustre que tuvo Colombia en mucho tiempo, porque cuando había un cambio de partido en el poder, cosa frecuente a causa de la revueltas, eran arrestados los del partido contrario que no habían tenido tiempo de esconderse. Luego venía el espectáculo de respetabilísimas da- Con el arquitecto e historiador Rafael Ortiz, hacemos de GPS por la tradicional calle 49, más que requeteconocida como Ayacucho. BYRON WHITE mas que llegaban con sus sirvientas a llevarle los tres golpes al esposo detenido. Unas veces a los godos; otras a los liberales.

8. Estas oficinas del Cementerio de San Pedro eran muy frecuentadas por toda clase de investigadores pues sus archivos permitieron a estudiosos como don Gabriel Arango Mejía, escribir la recurrida Genealogía de Antioquia y Caldas.

9. El Almacén Oriental llegó a dominar de tal modo el mercado de los regalos de matrimonio en Medellín, que las familias empezaron a dejar constancia de lo que compraban para no repetir regalos.

10. Había en este lugar varias oficinas interesantes. La más famosa era la de la mina de Zaragoza, y en algún tiempo estuvo la de la Frontino Gold Mines. Las demás eran oficinas de extranjeros también dedicados al negocio del oro.

11. Los hermanos Jaramillo Villa tenían aquí su inmenso almacén, donde era fácil ver hasta 10.000 rollos de paño de la más alta calidad en los estantes, pues eran representantes de las principales marcas de paño inglés. Entre las finas telas podían verse los selectos zapatos Corona, que traían desde Bogotá.

12. El Palacio Amador, diseñado por el arquitecto Crosty, de origen italiano, quien había sido traído para hacer los primeros planos de la Basílica. Esta casa, luego de ser residencia de don Coroliano Amador, fue el Hotel Bristol, admirado por los vitrales del comedor, que dejaban ver el parque posterior con una pajarera y una fuente cuyo único detalle interesante era una piedra tallada por el sabio Caldas, con la localización geográfica de Medellín.

Los almacenes de abajo fueron tomados por varios comerciantes de telas y en el local de la esquina funcionó el llamado Café Londres, al mejor estilo de un club inglés, donde ocurrieron varias cosas que escandalizaron a la sociedad de Medellín (y que es probable que contemos luego).

Al frente de este parque, por Ayacucho, quedaba el estudio de Jorge Obando, quien vivía encantado porque no tenía vecinos al frente.

 

 

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