Exclusivo web
Cuadros magiares
 
El Lago Balaton

Santiago Bustamante. Fotografías del autor.
 
 

Cuadros magiares
es una serie de textos
sobre la desconocida Hungría,
resultado de casi dos años de viaje,
desde el otoño de 2011 hasta la primavera de 2013.

 


Budapest,  La Lengua Húngara

 

Habíamos viajado al Lago Balaton de visita por un fin de semana al terminar el verano, y esperábamos un tráfico usual de turistas alemanes (la nación que más visita el lugar por resultarles rentable la buena comida, el alojamiento, y por las chicas) y algo de sol, según los pronósticos siempre engañosos. El padre de mi acompañante, un húngaro de cabo a rabo (aunque sin el bigote aquel de los húsares, largo y frondoso hasta las comisuras, como en las pinturas de los reyes magiares), incansable trabajador y presidente de una asociación de cazadores, llamado también Attila, nos había recogido en la estación al sur de Budapest, Déli pályaudvar, luego de un viaje en tren de dos horas y media desde Miskolc, una de las ciudades principales y donde vivió mi hermano durante tres años.

El viaje hasta Balaton, El Mar de Hungría, se realiza desde Budapest a través de la autopista principal del país y lo conecta con sus vecinos de occidente, Austria y Alemania, que merecen la doble calzada por su capacidad económica (al contrario del resto de áreas fronterizas, porque a excepción de Croacia y sus playas, todos le han traído problemas a los húngaros desde el inicio de los tiempos). También atraviesa el panorama que prima sobre el territorio nacional: las extensiones ondulantes donde se elevan aquí y allá enormes industrias abandonadas que dejaron los años soviéticos (frías, cuadradas, masivas), en medio de las planicies y los bosques altos; uno que otro lago de menor volumen que el Balaton; decrépitos asentamientos de gitanos; aldeas de las que salpican el paisaje europeo desde Los Alpes hasta los Cárpatos; y granjas que fracasaron dos décadas atrás con el nacimiento de la Unión Europea. Más adelante, al apartarnos de la autopista, en las carreteras estrechas que conectan el resto del país, es usual toparse con tapetes de piel de zorro, señales de venados frecuentes en las vías, y una densa vegetación que se recuesta sobre la calzada. De tanto en tanto, alguna mujer que camina a solas por el borde de la carretera, a la espera de un cliente que se aparque y la invite a subir con la promesa de una satisfacción remunerada.

Balaton es un lago enorme en el que casi nunca podrás sumergirte de cuerpo entero; al que en ocasiones impensadas azotan tornados súbitos que se lo llevan todo y lo dispersan sobre sus aguas. Al norte, en la península de Tihany, el centro del distrito es la Abadía Benedictina, cuya carta fundacional es el primer registro del idioma húngaro. Fue fundada en 1055 AD por András I, que permanece enterrado en la cripta. El padre de András, el Duque de Vazul, fue uno de los últimos paganos y organizó una sublevación contra su primo San Esteban, el primer Rey Católico de Hungría. San Esteban tuvo sólo un hijo, Imre, que murió antes de coronarse a los veintitrés, y para evitar que Vazul tomara posesión del trono, la Reina Gizela mandó a cegarlo y a verterle plomo en sus oídos.

Lago Balaton
Hotel La Villa, tuvo por propietaria una importante actriz húngara
del siglo veinte llamada Bajor Gizi.

 

 

Lago Balaton
Bandera de Hungría

 

Casi tres horas después llegamos a nuestro hotel frente al mar, en la orilla del este. Se llamaba La Villa, en Balatonföldvár. Desde la vía atiborrada de restaurantes y bares con menús en tres idiomas, al atravesar la vía del tren, nos adentramos hacia la línea de árboles en dirección de la ribera, donde una secuencia de edificios espaciados pueblan la orilla. Nuestra casa de veraneo tenía paredes en mosaico árabe y puertas con arcos en punta. Dentro había un jardín para los días calurosos, con una puertecita hacia una vía pedregosa para bicicletas y peatones bajo una hilera de árboles frondosos que no dejaron de bambolearse durante toda nuestra estancia; un comedor con muebles de madera y una biblioteca discreta; un conjunto de empleados que hablaban también alemán; una cuidada decoración de la china budista, con tapices, cerámicas y mapas de oriente. Una actriz era la antigua propietaria de aquel balneario de tres pisos, una tal Bajor Gizi, que interpretó los roles protagónicos de las grandes obras del Teatro Nacional de Budapest de principios de siglo, entre ellos Cleopatra de Shakespeare, Margarita en La Dama de las Camelias, y Anna en Tolsztoj–Volkov: Karenina Anna. Se considera una de las actrices más influyentes de Hungría del siglo veinte. Según cuenta la historia, durante la Segunda Guerra Mundial escondió soldados y familias en su casa de veraneo, el actual museo de actores, incluyendo a su tercer marido, el profesor Tibor Germán. En 1951, acuciado por la demencia, y temeroso de que su esposa estuviera amenazada por varias enfermedades, su marido mató a Gizi, y luego cometió suicidio.

Me la pasé tirado en la cama, guardándome de la fiebre y los vientos helados que no dejaron de azotar el fin de semana. El domingo nos arrimaron hasta la estación de trenes, luego de las fotografías de registro frente a la fachada de La Villa. Esperamos media hora en frente de la plataforma de abordaje, entre jardines y bancas, bajo el único sol de todo el fin de semana.

Una última imagen: mi cuñado estuvo apegado a su biberón hasta edad avanzada, y en una ocasión de vacaciones en Balaton su padre le dijo que ya él estaba grande y que debía abandonarlo. Una tarde de aquel verano, sus padres lo vieron caminar y adentrarse al lago, con su biberón y una pluma que por casualidad tenía en la otra mano, los depositó sobre las aguas en ritual de despedida, y el oleaje se los llevó. UC

 

blog comments powered by Disqus